domingo, 14 de febrero de 2010

Reflexiones sobre el corset


El corset como pieza de vestuario siempre se ha rodeado de gran controversia, si antiguamente se utilizaba para "moldear" a las mujeres en todo su amplio sentido, ahora somos nosotras quienes lo reivindicamos como símbolo de la feminidad.

Yo, como apasionada del corset, lo entiendo como una experiencia total. Todo comienza como una delicada ceremonia, me recuerda al proceso de preparación de vestuario de una Maiko antes de la colocación del kimono. Se abre el corset, se entrelazan las cuerdas, se preparan los nudos para que no se suelten.
Se aprieta contra el cuerpo, sientes la rigidez de las ballenas contra las costillas y los pechos, y comienzas a encerrarte, sumergirte en la pieza: Primero se van uniendo uno tras otro los ganchos delanteros y despues por detrás se sujetan fuértemente las cuerdas mientras se estira contra tu cuerpo, ese tirón que te deja sin aliento, literalmente.

LLevar un corset es un acto de disciplina sumisa, todo tu cuerpo queda sometido a esa pieza, tu forma de caminar, de moverte, de sentarte. Disfruto sintiendo esa opresión,es un placer autocomplaciente.

Imagen: The Mainbocher Corset, Paris, 1939
Horst P. Horst

2 comentarios:

Lily dijo...

Es curioso, he oido muchas veces que el corset es más para las Dóminas, que no es cosa de sumisas, ahora leo aquí con contrario. Por mi parte ni sí, ni no, ni todo lo contrario. A mi me gusta llevarlo porque me hace sentir muy guapa :) fácil.

Saludos


Lily

Veda dijo...

Si, bueno esa es mi percepción, a parte claro como tu dices del efecto estético :)

Saludos! Gracias por tu visita!