jueves, 25 de noviembre de 2010

Serendipia, sincronicidades y otras casualidades


Una vez ella estaba allí, mareada de aguardar con el aliento caliente a la última canción y apareció él. No era un mar facil, las paredes ya sudaban cansadas de todos los gritos simultáneos exhalando a la vez el mismo vapor.
Ella le besó y se perdió en la marea.
Él se subió al mástil más alto y ni siquiera así fue capaz de seguir la estela de sus pasos mojados, se deshizo el rastro.
Sus dedos eran de azucar y se fundían al golpear el teclado, no es sencillo seguir la pista de unos labios.
Pero a miles de kilómetros de distáncia el faro alumbra con más fuerza, para que los marineros de extremidades dulces encuentren puerto. Él la encontró.
¿Acaso eres capaz de diferenciar a simple vista el azucar de la sal?

Dedicado a M.

1 comentario:

migae dijo...

Qué bonito... se puede distinguir la sal del azúcar si te fijas bien...