jueves, 6 de mayo de 2010

Casquería


Órganos fuera de contexto, solitos, aislados de sus hermanos corazón, hígado y riñones.
Antes eran uno, funcionando a la vez como una máquina perfecta, engrasada con la misma sangre, al compás de la misma respiración.
Ahora son piezas de consumo, sin alma, sólo vísceras sin nombre propio, a 3 euros el kilo.
Hace frio en la casquería. Que sórdida existencia, ser estómago y acabar deborado por otro igual, el ciclo macabro continúa, hay que alimentar a la bestia.
Yo me quedo aquí fascinada tras el cristal. Fascinada por el aspecto de la sangre antigua, el color brillante de la piel del hígado y la rugosidad estética de las tripas.
No me atrevo a devoraros, sólo me recreo ante la visión de lo que no se ve, lo que va por dentro, al fin y al cabo de lo que todos estamos formados.

Cariño carnívoro por el artista gráfico Ashkan Honarvar

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